DOCUMENTALES EN VÍDEO DE CAZA Y PESCA

Vivencias

Bajo el aviso y aproximación a la península de una de las borrascas atlánticas más profundas de las últimas décadas, un buen puñado de buena gente, realizábamos planes de pesca para el fin de semana.

Como cada año, desde hace ya unos cuantos, este grupo de amigos compartimos varias jornadas de pesca a lo largo de cualquier punto de nuestras costas o bien como en otras ocasiones más allá del Estrecho.

A esta pequeña reunión anual, como no podría ser de otra manera le llamamos Concurso Los Amigos, en esta ocasión en su edición 2017.

La semana de preparativos transcurría entre propuestas de pesqueros, cambios en el tiempo previsto que era muy emborrascado, con previsión de mala mar y agua, pero no enturbiaba el buen rollo compartido vía WhatsApp, por nuestro chat de este evento. Algún que otro pique sano entre compañeros y la previa cita en el bar para el café de reencuentro antes de votar por el pesquero en el que compartir un buen rato entre amigos.

Una vez llegado todos, como siempre esperando a mi David y mi Paquito, que siempre son los últimos en aparecer, jejeje… También los últimos en salir del trabajo, decidimos una propuesta de pesquero de forma unánime, teniendo en cuenta ya el estado de la mar así como su previsión y la del tiempo, decantándonos por El Saladillo.

Uno de los pesqueros con más solera de toda la provincia malagueña, siendo la polivalencia en cuanto a especies que merodean sus orillas uno de sus principales alicientes, pero credencialmente más interesante ante los efectos del temporal que nos aguardaba. En la retina, impregnada de recuerdos de niñez y nostalgia, me invaden a modo de fotogramas esas antiguas jornadas de levante sordo y su estruendo duro con el romper de la mar en la misma orilla. Unos días de sargos, grandes, enormes y negros, con dentaduras muy prominentes y menos algunas paletas superiores en algunos de ellos. Junto a mi padre, solos en ese pesquero durante las noches frías invernales, con la mar por las nubes, temporal de levante, pero que a pesar de la dureza de las condiciones en la que pescábamos, las recuerdo cálidas y muy placenteras.

Tras unos buenos y fuertes abrazos, mas algunas risas cómplices decidimos poner rumbo a la zona seleccionada. Cargados de moral y de ilusión, algo que el pescador lleva a cada pesquero, algo que hace mágica esta afición y que le da sentido.

La llegada a la playa nos daba buena cuenta de un viento de levante bien pronosticado algo liado con Sur, un falso levante como en argot de pescadores solemos decir para entendernos en nuestras charlas. Un sureste que puede variar de unas veces a otras, según el origen que lo provoque, es decir, en esta ocasión originado por una borrasca que tocaba la península allá por el norte, pero que tenía como característica una fuerte depresión barométrica que traducido al castellano nos traería fuertes vientos, pero no sólo eso cuando hablamos de pesca desde orilla.

Para nosotros en esta ocasión debido a la fecha que nos encontrábamos, inicios de febrero, previa al desove del robalo y posterior del sargo, esa constancia del viento más de este que de sur y que en la mar dibujaba algunas rompientes cercanas a la orilla, junto con el frío de la tarde gris que nos encontramos como principal protagonista del momento, presagiaba dudas en algunos de nosotros y bastante fe en otros, en ese vistazo, previo a sacar las cosas del coche. Es de ley decir que nos quedamos pelados de frío. El levante invernal en nuestras costas es frío y húmedo, traspasa lo que te pongas si lo subestimas.

Siempre me gusta creer que la pesca del temporal es la que hace buenos aficionados y pescadores, pues la experiencia que se puede adquirir durante el desarrollo de estas jornadas puede ser mucho más didáctica y enriquecedora que el de cualquier otra placida salida de pesca. Así entendiendo algunos de los misterios que rodea a la pesca desde orilla y el uso que los animales hacen de ella en sus comederos, una palabra, “comedero”, que en su día generó en un servidor un concepto nuevo en la forma de vivirme la pesca y que me ayudó a progresar en el entendimiento de esta, se puede lograr preveer que animal, en que lugar y en que momento depredaran cerca de nuestra acción de pesca.

En otras palabras, ya en cuestiones de interpretación de momentos de pesca, en gran parte de la pesca influye nuestra percepción, me refiero a la de cualquier pescador que se precie, con sangre en las venas, esos instantes en el que uno llega al pesquero, ve como esta el agua, con las manos en los bolsillos, y el coche aun petado de bártulos, y observa todo, como rompen las olas, que intensidad trae el viento, la marea, si está vacía o llenando, incluso como huele la playa, todo eso cuenta, todos esos datos nos dan lectura como una información que se filtra en nuestros archivos recopilados durante años, cuyo disco duro son la retina, y nuestros recuerdos y entonces uno conecta con una emoción, que si es positiva siempre se traduce en un leve nerviosismo inquieto, que te acompaña mientras montas tu puesto y permanece en conexión con lo que el pesquero, el momento y las circunstancia te dice.

Así es como trascurrió nuestra previa valoración a la llegada a la playa de esta forma más o menos fiel a lo que pudimos sentir en cuanto a sensaciones, que insisto estas son claves en el encuentro con el momento de pesca.

Montando los equipos, los puestos de pesca fueron los más tenidos en cuenta y a los que mayor interés prestamos en esta jornada, dada la previsión de lluvias, ausente en nuestra llegada pero sostenidas sólo en presencia del viento que era tan constante como protagonista en el inicio de la tarde. Unos toldos improvisados sobre unas pequeñas carpas, nos daba algo de cuartel en la reunión, como punto de encuentro entre estos ocho amigos.


La mar moderada tirando a fuerte, nos obligó en principio a buscar un poco de anclaje en los aparejos, según la zona de nuestros puestos teníamos una profundidad determinada. La pesca en estos días de temporal puede ser un calvario en muchos aspectos si los equipos no están preparados para ello. Pero lo más importante es tener una mentalidad muy clara y segura de que no va a ser fácil pescar, ni tan si quiera agradable estar en la playa, pues el viento, el frío, la humedad, el estado de la mar, la corriente, las algas y todo factor que acompaña en el escenario a una jornada de este tipo pueden ser muy determinante en aguantar pescando o bien, tornarse en aliados de nuestro momento de pesca. Así podemos gestionar esos bajones típicos de mentalidad que nos suele rondar la mente acechándonos para que abandonemos y volvamos a casa en día de pesca extrema.

En principio mis strattoscast montadas en su acción semi-rígida las comencé a pescar con aparejo de pirámide, con un pelo de madre del 0,20mm de Golden Fish EXTREME, como cameta de unos dos metros del 0,40 y anzuelo de 1/0 cebado con navaja fresca. Me tocó una gola en mi zona de pesca, una pequeña hondonada que permitía más sujeción en mi aparejo debido a la profundidad, y decidí montar mi otra caña con un plomo de bala de 130 gramos para intentar buscar otra distancia en mi acción de pesca.

Ya con las cañas pescando mientras esperábamos la bajamar, el viento comenzaba a caer, la mar seguía rompiendo en la orilla, y aprovechamos la caída de la tarde para ponernos al día con unas cervezas y unos bocatas más picoteos varios…

La charla era enérgica y cercana como siempre, las cañas se mantenían bien pescando. Entonces me acerqué a una de las mías, dos cabezazos rompieron su secuencia de mecida de las olas, me acerqué y apenas pude recoger unas vueltas cuando comencé a costear a la derecha, pasando por debajo del puesto de mi compañero Ricardo, quien se percató y retiro sus cañas. Los leves cabezazos, toque eléctricos, cortos, y secuenciales, contrastaban con el peso tan tremendo que no me permitieron apenas meter unos metros en la bobina. El costeo seguía manteniéndome a la derecha y aparejo llegó al rompeolas, con la marea el peso quería salir a la orilla, pero en una ola perdí tensión y rompió la línea….

Todo parecía indicar la llegada de un robalo pero nunca lo sabremos.

Mientras preparaba otro aparejo y coincidiendo con la bajamar, “la carrera” de mi amigo Paco, que precisamente fue la única que montó para esta jornada, eso si bien cebada con tira choco, delataba dos buenos arreones quedando luego en banda, una llegada bien vista por parte del protagonista y Jose Manuel que se acercaron a la caña con paso firme y llamó mi atención. El previo lance a una distancia estratégica de una pequeña rompiente y la gran presentación del cebo que bien se trabajó Paco dio como fruto un precioso ejemplar de lubina. El momento llenó de alegría la expedición y a su protagonista.

Sin darnos cuenta este robalo nos dio buena antesala a una noche cargada de amistad pesca y dio paso a la lluvia que llegó nada más pararse el aire. Algunos pequeños sargos y besugos fueron los que dieron comienzo a la actividad de la pesca, lo que nos indicaba que era probable más tarde la presencia de algún buen sargo.

Mientras, Jose trabajaba otra captura, que al final resultó ser una herrera bastante peleona. La noche seguía sucediéndose entre risas y largas charlas de colegas, bajo los toldos de los puestos la lluvia caía de forma suave, los chubasqueros ya daban cuenta de la noche de agua, el cielo rojo, encapotado, mientras la luna llena ya ascendiendo, las cañas marcando, esperando a ser retorcidas, así trascurría el periodo inicial de llenante y un parón en la actividad, muy típico antes de que comenzará a comer los buenos sargos.

Como amante de los momentos de actividad en la pesca y su estudio, un pronóstico de una depresión barométrica tan acusada, es decir un cambio de tiempo radical hacia las bajas presiones, un momento ideal para sargos y robalos, más la presencia de una marea viva que nos traía la luna llena, junto con un fondo removido y un estado de la mar ideal para depredadores, nos daba buena cuenta de una noche “ideal” para la pesca, y nos prometía momentos de actividad.

Y así fue como de nuevo, con una llegada muy bonita de nuevo la caña de nuestro amigo Paco amorraba y se destensaba. Una pelea de las buenas en el rebalaje, y entre la espuma se abría paso en sargo de los que nos hace disfrutar, de los que sabíamos que debían presentarse, porque lo que pesca es la intención, como me dijo hace unos años un veterano pescador, hay que buscarlo si se está en el instante adecuado hay que creer en ello e ir a por él.

Con un doblete ejemplar nuestro compañero nos demostró que nuestras pretensiones eran posibles.

 

 

 

 

Una de mis cañas quedó ligeramente en banda, y de nuevo el choco dio muy buen resultado. Tras un enganchón en el rebalaje, pude salvar la captura de un sarguete bastante apañaete y ya más tarde pude cobrar otro de menor porte pero bastante disfrutón.

Tras el paso de las horas la noche se encrudecía cada vez más, el agua que nos acompañó leve empezó a hacerse gorda y de viento, la mar comenzó de nuevo a engordar y la corriente saltó a escena.

Con ello la jornada la dábamos por terminada. Con una sensación muy motivadora en esta primera salida de nuestro grupo Los Amigos 2017

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1 comentario en «Vivencias»

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